Alhucema y limón

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Estos treinta y un relatos están unidos por la evocación de dos aromas. Tanto el limón como la alhucema despiertan la infancia y juventud adormiladas en la precipitación de los quehaceres diarios. Sus fragancias nos acercan a una niñera, tata de la época en que las mujeres dejaban el campo para irse a cuidar niños a la ciudad y regalar cariño a esos chiquillos prestados. El olor nos conduce a un amigo de la universidad perdido en un mundo sin móviles, a una ecologista inmersa en sus contradicciones, al aire que respira un padre en su despedida, a un amor dentro de unas miradas, unas amigas que jugaban a las cartas.

Descripción

Estos treinta y un relatos están unidos por la evocación de dos aromas. Tanto el limón como la alhucema despiertan la infancia y juventud adormiladas en la precipitación de los quehaceres diarios. Sus fragancias nos acercan a una niñera, tata de la época en que las mujeres dejaban el campo para irse a cuidar niños a la ciudad y regalar cariño a esos chiquillos prestados. El olor nos conduce a un amigo de la universidad perdido en un mundo sin móviles, a una ecologista inmersa en sus contradicciones, al aire que respira un padre en su despedida, a un amor dentro de unas miradas,
unas amigas que jugaban a las cartas. La historia de dos vecinas que en apariencia no tienen nada en común, el sonido de un timbre que abría las puertas de un hogar con olor a niñez, el traqueteo de un tren que lleva a una infancia solitaria, una sonrisa amenazante en una plaza pasajera, el olor de un periódico de provincias, el secreto de una familia, la soledad de una joven en una ciudad desconocida.
Infancias que dejan cicatrices. Mujeres que buscan y encuentran y que se enfrentan a sus recuerdos con honestidad, personajes que arrastran sus sombras y con las que se enfrentan a diario. Los habitantes de estos relatos respiran alhucema y limón y exhalan humanidad. La alhucema perfumaba hogares a la hora de la siesta, dejando en el aire el sopor de las sobremesas de verano en Andalucía. Esta frescura parecía suavizar el ambiente para que penetrara en la placidez aparente de la somnolencia veraniega. El limón purifica la atmósfera y vivifica el aliento.

AUTORA

ELENA SANTIAGO MUÑOZ

Elena Santiago Muñoz. Nació en Cádiz en 1957. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla. Ha sido profesora de Enseñanza Secundaria en diferentes Institutos de San Fernando, Chiclana y Madrid. Socialmente comprometida. Ha publicado la novela Cuando baje la marea. Vive en Cádiz, ciudad que es mar y que se mira en el océano al que pertenece. Allí el viento de levante acaricia sus evocaciones y la humedad del poniente se detiene en su piel. Disfruta de los paseos lentos por sus calles, de la calma y la belleza de la Alameda, del olor de la bajamar. El salitre suspendido en la atmósfera de las callejuelas, el sonido de las conversaciones de la gente, el graznido de las gaviotas le regalan la serenidad y el impulso para acercarse a la literatura que fue siempre una de sus pasiones. El aroma de alhucema le despierta los recuerdos de la infancia.

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